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Doce años después
Quedó resumido en el libro de bitácora de la nave Argus de
Aclaramos aquí que en la última década de viajes inter espaciales se había cambiado el nombre de las medidas de distancia por otros usados para medir el tiempo de la híper velocidad. Un pársec equivale aproximadamente en la medida de distancia convencional a diez años luz aproximadamente. Un año luz, como sabrá el lector es la distancia que recorre en un año una nave a la velocidad de la luz, que se desplaza a
Se llamó pársec inicialmente a la mínima unidad de tiempo que podía medirse en el desplazamiento de las nuevas naves, una infinitésima parte de un segundo. En un segundo de la tierra caben, por decirlo así,
Para finalizar esta explicación, llegar al Séptimo Planeta de
Laster y Cabune habían pasado la tarde andando por un pueblo del distrito sur junto con el gobernador del distrito y su esposa, a los que les encantaba la marcha a pié y habían invitado aparentemente sin un motivo particular a sus amigos de
En verdad, en los últimos cinco años habían tejido una entrañable amistad y como cualquier grupo de amigos gozaban de compartir una buena barbacoa bajo un árbol de la casa de campo del matrimonio. La carne asada no era la del gusto de la tierra ya que las especies locales eran distintas, pero la excelente sazón y el buen carbón de leña eran universales, como también lo eran el gusto por la buena comida.
Los postres de Plane habían cobrado una enorme fama en
De todos modos el profesor, que en su experiencia de viajes a híper velocidad de los últimos años, se había familiarizado con los andamiajes de la política espacial, se olía que algo más que la barbacoa se cocía en los cerebros de sus amigos de
No es que el Séptimo Planeta tuviera especial peso en juego en las relaciones con la tierra, que él supiese, aunque el interés que había puesto en el viaje su consejero de ingeniería del complejo que dirigía en Maryland, le había hecho sentir antes del viaje la misma sensación. Hubo un demás, una cierta insistencia, una pregunta que le hizo el ingeniero saliendo al paso de una conversación sobre sus amigos del lejano planeta, que le hizo sonar las orejas.
En fin, se dijo, caminando bajo la amable tarde de Plane, ya se verá.
El Doctor Laster era conocido en su ambiente, con cierta guasa, como “el taoísta”, vale decir como simpatizante de la forma de pensar de la antigua cultura china, muy difundida en Occidente a finales del siglo XX, un pensamiento que cultivaba la paciencia y el devenir, más favorable a ir viendo a dónde llevan las cosas más que adelantarse a los acontecimientos. Cuando sus amigos le hacían ver que su descubrimiento de la híper velocidad no parecía muy coherente con la espera paciente del devenir, replicaba que a lo mejor al revés que una contradicción era una coherencia bajo la forma de paradoja. ¿Acaso no os asombra que justamente el taoísta haya descubierto la híper velocidad?, replicaba.
Laster estaba a mil pársecs de creerse este argumento, que utilizaba a modo de guasa a la hora de las cervezas con su equipo, sin embargo no preveía hasta dónde iba a descubrir que su chiste coincidía con la realidad, en este insospechable planeta Plane.
Terminó el puente de fin de semana, tres días escasos, y de vuelta al trabajo.
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