sábado, 25 de septiembre de 2010

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Ron Cabchic, gobernador del distrito sur y amigo del profesor, le había preguntado entre bocado y bocado en la cena de despedida, qué pasaría si se dejara de viajar a híper velocidad.
Todos se rieron ante la ocurrencia. Bueno, dijo el profesor, vivimos toda la vida así y no estaba mal. Sólo que no nos podríamos volver a ver.
Pero se quedó pensando junto con los demás del pequeño grupo, en que no era tan sencillo. El entramado de situaciones “en cascada”, como le había dicho al Presidente Obama, que se sucedieron después de la anulación práctica del espacio con la híper velocidad fue realmente prodigiosa. Había modificado profundamente la vida en las galaxias, y estaba lejos de agotarse.
¿Habría en el gobernador del distrito Sur alguna idea detrás de la pregunta producida por los excelentes vinos de Plane? ¿Alguna idea consciente? ¿O inconsciente quizá? Laster no dejó de preguntárselo. Esa noche tuvo un sueño:

Estaba recorriendo las orillas del remanso del Dirk Creeck donde todo el estado venía a practicar la pesca de truchas, buscando con su hijo el mejor lugar, cuando un gran salmónido de unos dos metros de altura, sacó la mitad del cuerpo del agua y tuvo con él una conversación muy convencional acerca de la mejor forma de agregar estabilidad a su coche todo terreno.

Se despertó asombrado del sentimiento de realidad que había tenido la escena onírica y se quedó un buen rato pensando lo que podría significar semejante discurso de la súper trucha, sin llegar a ninguna conclusión más allá de la extrañeza de la escena. Se preguntó qué le hubiera dicho el psicoanalista con el que se había tratado al comienzo de su matrimonio. Me hubiera dicho, imaginó, que surgía en el sueño algo que yo sentía extraño dentro de mí, o en mi historia personal, y me hubiera dejado con el enigma para que lo pensara.
En fin, se dijo, y volvió a dormirse. Por la mañana la historia del sueño lo acompañó durante el desayuno familiar.
Pensó nuevamente que el gobernador se traía algo entre manos. Lo absurdo de la idea hizo que la descartara de inmediato… y volvió a recordar el sueño. Dos cosas extrañas, el asunto del gobernador y el sueño.

martes, 14 de septiembre de 2010

CAPITULO 3

3

Pasaron seis meses después del regreso a la cálida rutina en que se había convertido su vida como jefe de investigación.

Después de los primeros años vertiginosos del descubrimiento de la híper velocidad, la sensación que producían las cifras fantásticas de años luz por el espacio, que amenazaban con reventarle a uno la cabeza, había cambiado poco a poco, volviendo a parecerse a las del tiempo anterior en que las distancias eran cortas y limitaban los viajes. Se contaba con muchos ceros, por lo demás, todo era igual.

Como en el S. XIX del planeta Tierra, durante la fiebre de las exploraciones, cuando el inglés John Smith descifró la escritura cuneiforme de las tablillas de Mesopotamia, dejando al descubierto que las preocupaciones de las gentes de tres mil quinientos años antes eran las mismas que las de los seres humanos de hoy, el amor, la educación, el por qué los hijos no respetan a los padres, etc., el cambio de mundo que había producido la híper velocidad no había transformado nada esencial.

Así como la corte de los reyes españoles del siglo XVII tardaba tres semanas en llegar de Madrid a San Lorenzo del Escorial y en la época actual lleva menos de una hora por carretera, y a nadie se le ocurre sentir que ha recorrido una gran distancia, tampoco se tiene conciencia del espacio recorrido para pasar un plácido fin de semana a diez pársecs de la Tierra en Plane; sólo queda registrado en los ordenadores, su percepción ha dejado de existir.

jueves, 5 de agosto de 2010

Capitulo 2


2

Doce años después

Quedó resumido en el libro de bitácora de la nave Argus de la Confederación Espacial Asiática. El profesor Tomy Laster junto con su alumno y jefe de investigadores espaciales Noky Cabune, habían estado recorriendo el distrito sur de Plane, Séptimo Planeta de la Galaxia Chan, a diez pársecs de distancia de la vía láctea.

Aclaramos aquí que en la última década de viajes inter espaciales se había cambiado el nombre de las medidas de distancia por otros usados para medir el tiempo de la híper velocidad. Un pársec equivale aproximadamente en la medida de distancia convencional a diez años luz aproximadamente. Un año luz, como sabrá el lector es la distancia que recorre en un año una nave a la velocidad de la luz, que se desplaza a 300.000 Km. por segundo. Una buena cantidad de kilómetros como vemos, una buena cantidad de distancia.

Se llamó pársec inicialmente a la mínima unidad de tiempo que podía medirse en el desplazamiento de las nuevas naves, una infinitésima parte de un segundo. En un segundo de la tierra caben, por decirlo así, 10 a la sexta pársecs.

Para finalizar esta explicación, llegar al Séptimo Planeta de la Galaxia Chan, le había llevado a la nave Argus, una pequeña parte de un segundo, vale decir que en lo que respecta a la sensación de tiempo de los viajeros, el viaje había sido instantáneo.

Laster y Cabune habían pasado la tarde andando por un pueblo del distrito sur junto con el gobernador del distrito y su esposa, a los que les encantaba la marcha a pié y habían invitado aparentemente sin un motivo particular a sus amigos de la Tierra.

En verdad, en los últimos cinco años habían tejido una entrañable amistad y como cualquier grupo de amigos gozaban de compartir una buena barbacoa bajo un árbol de la casa de campo del matrimonio. La carne asada no era la del gusto de la tierra ya que las especies locales eran distintas, pero la excelente sazón y el buen carbón de leña eran universales, como también lo eran el gusto por la buena comida.

Los postres de Plane habían cobrado una enorme fama en la Confederación Espacial. No se conocía la receta, no sólo porque estaban confeccionados con productos de la flora del planeta, sino porque los amigos no largaban prenda en cuanto a la misma, como ocurre entre nosotros con las recetas personales de los cocineros.

De todos modos el profesor, que en su experiencia de viajes a híper velocidad de los últimos años, se había familiarizado con los andamiajes de la política espacial, se olía que algo más que la barbacoa se cocía en los cerebros de sus amigos de la Galaxia Chan. ¿Qué sería? El no era un político sino un científico, y como tal se lo tomaba con toda la calma del mundo. Pero no dejaba de sentir una cierta inquietud que reconocía como el anuncio de un secreto.

No es que el Séptimo Planeta tuviera especial peso en juego en las relaciones con la tierra, que él supiese, aunque el interés que había puesto en el viaje su consejero de ingeniería del complejo que dirigía en Maryland, le había hecho sentir antes del viaje la misma sensación. Hubo un demás, una cierta insistencia, una pregunta que le hizo el ingeniero saliendo al paso de una conversación sobre sus amigos del lejano planeta, que le hizo sonar las orejas.

En fin, se dijo, caminando bajo la amable tarde de Plane, ya se verá.

El Doctor Laster era conocido en su ambiente, con cierta guasa, como “el taoísta”, vale decir como simpatizante de la forma de pensar de la antigua cultura china, muy difundida en Occidente a finales del siglo XX, un pensamiento que cultivaba la paciencia y el devenir, más favorable a ir viendo a dónde llevan las cosas más que adelantarse a los acontecimientos. Cuando sus amigos le hacían ver que su descubrimiento de la híper velocidad no parecía muy coherente con la espera paciente del devenir, replicaba que a lo mejor al revés que una contradicción era una coherencia bajo la forma de paradoja. ¿Acaso no os asombra que justamente el taoísta haya descubierto la híper velocidad?, replicaba.

Laster estaba a mil pársecs de creerse este argumento, que utilizaba a modo de guasa a la hora de las cervezas con su equipo, sin embargo no preveía hasta dónde iba a descubrir que su chiste coincidía con la realidad, en este insospechable planeta Plane.

Terminó el puente de fin de semana, tres días escasos, y de vuelta al trabajo.

domingo, 1 de agosto de 2010

VARIANTE FISICA




1

Todo comenzó en Maryland el cuatro de agosto del 2010 con la investigación de átomos en caída libre.

Se ponía a prueba la teoría de Einstein y se comprobó que todo estaba en orden, con excepción de que la partícula cuántica funcionaba de una manera independiente.


El gran físico había teorizado que la atracción de la gravedad producía una unión entre los átomos que se comportaban como una sola partícula, a la que se llamó posteriormente partícula cuántica.


¿Cuál es la importancia práctica de esto? Preguntó el presidente Obama. Pues, Señor Presidente - contestó Tomy Laster, jefe de proyecto – por expresarlo con un ejemplo, que podríamos saber a dónde han ido a parar los del Triángulo de las Bermudas.

Obama se lo quedó mirando y Laster continuó: Podríamos viajar fuera del tiempo a cualquier lugar del universo. Los navíos desaparecidos misteriosamente durante tantos años, podrían haber hallado el camino de esta variante de la ley de gravedad y haber viajado hacia cualquier lugar de forma prácticamente instantánea, sin la limitación de la velocidad de la luz.

Dr. Laster, ¿significa esto que podríamos estar en el comienzo de otra era de los viajes espaciales?, replicó el presidente.

De eso se trata en principio Señor Presidente.

¿Quiere decir que podría haber más?


- Exactamente.


¿A qué más se refiere?


No podemos saberlo en este momento Señor, pero es razonable suponer que esta variante física nos haya situado ante una nueva idea del espacio. Si puede haber desplazamientos instantáneos, nos hallamos ante una concepción del universo diferente, y en la evolución del pensamiento científico de estos dos siglos parece haberse comprobado que cada cambio de concepción en un campo va seguida de una serie de novedades en cascada de situaciones prácticas, como hemos visto por ejemplo en los últimos años con la cibernética en el manejo de la información.

¿Está seguro de lo que afirma?

- No. Seguro no estoy, pero puedo asegurarle que son afirmaciones con una base muy seria.

¿Cuál es el porcentaje de acuerdo entre los especialistas sobre esto?


- Del cien por ciento Señor.

¿Cómo es posible que todos estén de acuerdo?

- Nadie deja de observar que los experimentos arrojan resultados indudables.