domingo, 5 de febrero de 2012

6. Sueños soñados por otros


¡El ingeniero jefe se presentó ante Laster para contarle un sueño!

Esto sí que es sorprendente, pensó  Laster, que nada menos que éste me  cuente un sueño, cuando puedo dar fe que no tiene otra cosa en la cabeza que integrales y ecuaciones de diseño. ¡Ahora sueñan hasta las piedras! parece que estuviéramos en 1900 cuando Sigmund Freud publicó su libro sobre la interpretación de los sueños y cambió la concepción de la mente.
Más cosas extrañas, se dijo el taoísta.

Era un sueño erótico y el ingeniero, entre asombrado y temeroso, le dijo que no podía ser que él hubiese soñado eso. Que había sido agradable, claro, pero que para él el sexo era sólo una actividad biológica, una satisfacción de una necesidad, como comer o defecar, y no esta asombrosa cuestión de gemidos, elevaciones emocionales y sensaciones maravillosas. Cuando se lo contaba, con los ojos más abiertos de lo habitual, notó que se ruborizaba, lo que dejó lleno de asombro a Laster, por tratarse de quién se trataba.
Era evidente que no tenía sentido que el ingeniero hubiera soñado ese sueño y sin embargo así había sido. Algo raro le estaba pasando y se preguntó si podría seguir contando con su increíble capacidad para desarrollar las naves de nueva generación en que el departamento estaba embarcado.
Le dijo al ingeniero que estaba de acuerdo con que era un sueño que no  correspondía a su personalidad, que sería algo de su inconsciente. Y bien inconsciente, dijo el otro, alejándose pensativo.
El ingeniero, que no era un hombre culto, pero sí informado, siempre había  opinado que eso de que existen pensamientos inconscientes era una tontería. Los pensamientos, por definición son conscientes, y si no, no son pensamientos. Cometía el mismo error que los filósofos de la época al conocer las tesis de Freud, para los que hablar de pensamientos inconscientes era tan inconsistente como hablar de hielo frito.

Mientras lo veía alejarse pensó que el ingeniero podría hacer otra teoría donde su sueño no fuera una cuestión inconsciente. No sabía que los siguientes sucesos le darían la razón.

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