En una región del planeta Plane dedicada a la agricultura artesanal, habían hallado un extraño objeto. Era una bolita de tres centímetros de diámetro parecida a las canicas de cristal con que juegan los niños, pero tenía unos brillos que no eran provocados por el reflejo de la luz sino por algo de su propia naturaleza.
El agricultor que la encontró se la dejó a su pequeño hijo que no pareció hallarle mayor interés, prefiriendo otras de su valiosa colección y la dejó encima del estante.
Pasaron unos meses del descubrimiento cuando el niño jugador de canicas apareció en la habitación paterna diciendo que la bolita le hablaba. ¿Y qué te dice? le preguntó el padre adormecido. El niño le contó algo que por la mañana no podía recordar. En el desayuno le preguntó al niño qué había sido lo de la noche anterior y éste le miró con cara de no entender. Como si no se acordara, pensó el padre.
Esto no pasó de una anécdota, pero en las siguientes jornadas se volvió a repetir. Durante la noche el niño se despertaba agitado e iba corriendo a la habitación de sus padres porque que la bolita le hablaba. Le decía que tenían que hacerlo ver por el doctor.
Los padres conversaron sobre lo que le estaba pasando a su hijo sin entender de qué se trataba, pensando que era su imaginación. Pero como la cuestión seguía, pidieron una consulta médica.
Dentro de la Galaxia Chan , a sólo una fracción de pársec de Plane había un centro médico de gran prestigio dedicado a la infancia.
La doctora Blanic, después de someter al niño a un examen concienzudo, se entrevistó con los padres y dijo que de momento no veía signos de enfermedad orgánica ni psicológica; que el sistema nervioso del niño estaba en pleno funcionamiento y que le había llamado la atención su capacidad mental, bastante por encima de la media.
Les dijo que estos parámetros solían presentarse en personas que posteriormente resultaban súper dotados, por presentar una capacidad de percepción más sensible que la habitual. Por otra parte les recomendaba que volvieran a traer al niño para hacer un seguimiento de lo que por ahora, como los mismos padres habían pensado, era un juego imaginario del pequeño. Quedó citado para la semana siguiente.